Lufthansa continúa lidiando con importantes retrasos en la certificación de sus nuevos asientos Allegris en clase ejecutiva en los Boeing 787 Dreamliner, lo que ha resultado en una capacidad severamente restringida en varios aviones. Si bien la aerolínea ha recibido nuevos 787-9, actualmente solo están disponibles para la venta cuatro asientos de clase ejecutiva por vuelo, lo que deja la mayor parte de la cabina bloqueada debido a los obstáculos regulatorios en curso.
El cuello de botella de la certificación
El lanzamiento de la cabina Allegris por parte de Lufthansa ha estado plagado de complicaciones. El problema inicial se debió a interrupciones en la cadena de suministro, seguidas de retrasos en la certificación de las nuevas cabinas de primera clase de los Airbus A350-900. Ahora, el mismo problema se ha extendido a la flota de Boeing 787. La causa fundamental radica en el hecho de que Lufthansa utiliza tres fabricantes diferentes de asientos para su clase ejecutiva Allegris, y cada tipo de asiento requiere una certificación individual para cada modelo de avión. Hasta el momento, sólo uno de estos tipos de asiento ha sido aprobado para su uso en el 787.
La situación se complica aún más por las medidas de reducción de costes de Lufthansa durante la pandemia, que llevaron a una reducción de la inversión en la certificación de cabinas. El director general, Carsten Spohr, reconoció que la aerolínea todavía siente los efectos de estas decisiones. A pesar de las expectativas iniciales de una certificación completa para finales de 2025, Lufthansa ahora proyecta el 1 de mayo de 2026 como fecha límite para el despliegue completo de las cabinas Allegris en la flota 787. Sin embargo, esta fecha sigue siendo incierta y aún es posible que se produzcan retrasos.
Impacto operativo y consideraciones financieras
La limitada disponibilidad de asientos en clase business ha obligado a Lufthansa a operar con un potencial de ingresos reducido en estos vuelos. Actualmente, la aerolínea sólo vende la primera fila de suites de clase ejecutiva, que han sido certificadas, mientras que los asientos restantes permanecen bloqueados. Esto crea una experiencia inusual para los pasajeros, con cabinas ultra exclusivas de clase ejecutiva que contienen solo cuatro asientos ocupados.
La decisión de Lufthansa de desarrollar un producto interno complejo en lugar de comprar un modelo comercial también ha sido objeto de escrutinio. Si bien Spohr afirma que los asientos Allegris generan hasta un 10% más de ingresos, los retrasos en la certificación y las ineficiencias operativas plantean dudas sobre la viabilidad financiera de esta estrategia.
El contexto más amplio
Los problemas de Lufthansa con el Boeing 787 son parte de un patrón más amplio de retrasos y complicaciones que afectan a la industria aérea. Los retrasos del Boeing 777X obligaron a Lufthansa a buscar alternativas, lo que provocó más problemas con el A350 y ahora con el 787. La agresiva búsqueda de la aerolínea de una experiencia de cabina de alta gama ha resultado contraproducente, creando dolores de cabeza logísticos y financieros que podrían haberse evitado con un enfoque más conservador.
En conclusión, el lanzamiento del Allegris de Lufthansa sigue siendo un trabajo en progreso, y los retrasos en la certificación del Boeing 787 subrayan los desafíos que implica introducir interiores de aviones altamente personalizados. La aerolínea apuesta a que los beneficios de ingresos a largo plazo de Allegris superarán los costos operativos a corto plazo, pero la situación actual resalta los riesgos de buscar innovación a expensas de la confiabilidad.
























